Otra vez te vuelvo a ver,
con el corazón más lejano, y el alma menos mía.
Otra vez te vuelvo a ver, Lisboa, Tajo y todo,
transeúnte inútil de ti y de mí,
tan extranjero aquí como en todas partes,
casual en la vida como en el alma,
fantasma errante por los salones del recuerdo,
con los ruidos de las ratas y de las maderas que rechinan
en el maldito castillo del tener que vivir...
Álvaro de Campos
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